Cierres y mercados: históricamente, todo sigue igual.
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Equipo de Comentarios sobre los mercados de MFS
Dado que el Senado de los Estados Unidos no logró aprobar una resolución continua para financiar las operaciones del Gobierno antes del final del ejercicio fiscal, el 1 de octubre a medianoche se inició el cierre de la administración. En la resolución, la mayoría republicana buscaba una simple prórroga de los niveles de financiación del ejercicio fiscal 2025 hasta el 21 de noviembre, mientras que la minoría demócrata quería también abordar la prórroga de los prestaciones sanitarias que vencen y otros asuntos relacionados con la atención sanitaria. Los republicanos preferían negociar la prórroga de las prestaciones sanitarias más adelante, en otoño.
Históricamente, los cierres del Gobierno no son especialmente raros, ya que se han producido 20 desde 1976. La crisis de financiación media ha durado una semana, y la más larga se ha prolongado durante 35 días. En un análisis de Morgan Stanley se concluyó que los bonos del Tesoro siempre han sido un valor refugio durante los cierres, y los rendimientos han caído una media del 0,59% durante los 20 cierres. Además, según S&P Global, la rentabilidad media sobre los precios del índice S&P 500 durante estos cierres ha sido casi plana.
Los analistas de Wolfe Research han constatado, remontándose varias décadas, que en episodios anteriores tanto las acciones como los bonos tendían a ceder terreno antes de los cierres, pero que repuntaban una vez que estos empezaban, a medida que mejoraba el ánimo ante la expectativa de una resolución final. Sin embargo, si el cierre se prolonga varias semanas, como ocurrió en 2018-2019, podríamos observar efectos notables en el PIB y el desempleo; no obstante, deberían ser temporales e ir seguidos de una recuperación.
Los economistas estiman que cada semana que el Gobierno permanece cerrado reduce el PIB en cerca del 0,2%, pero prácticamente todo ese crecimiento perdido se recupera una vez resuelta la crisis de financiación. Cabe señalar que, aunque los cierres temporales afectan al gasto público discrecional, no repercuten en los gastos obligatorios, como los pagos de la Seguridad Social o Medicare.
Una de las consecuencias de la crisis de financiación que podría provocar inquietud en los mercados es la suspensión en la recopilación de datos económicos por parte del Gobierno, lo que mantendría temporalmente en la ignorancia tanto a los inversores como a los responsables políticos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Desde el punto de vista de la inversión, aunque los cierres rara vez tienen efectos duraderos a nivel del índice, pueden perjudicar a empresas concretas, especialmente a aquellas que obtienen una parte significativa de sus ingresos de la financiación pública, como las empresas de defensa y aeroespaciales, así como los proveedores de tecnología de la información. Creemos que los cierres pueden generar oportunidades para los gestores activos que han analizado con detenimiento los modelos de negocio de estas organizaciones, a fin de aprovechar las distorsiones de precios a corto plazo que pueden producirse si los inversores reaccionan de forma exagerada a los titulares del día.
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