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La inversión en renta fija durante recesiones en EE. UU.

Analizamos cómo la renta fija ha ofrecido ventajas de diversificación y ha reducido la volatilidad de las carteras que incluyen activos de riesgo, como la renta variable, durante periodos de recesión económica.

Autores

David Peterson, CFA
Analista sénior
Grupo de soluciones de inversión

Zachary Knope, CFA
Analista principal 
Grupo de soluciones de inversión

 

En resumen

  • La renta fija ha obtenido rentabilidades superiores a las del efectivo y la renta variable durante las recesiones que han tenido lugar en Estados Unidos desde 1972.
  • Los tipos de interés suelen empezar a disminuir tres meses antes del inicio de las recesiones y alcanzan un punto mínimo del ciclo alrededor de cinco meses después de que hayan empezado.
  • Durante los periodos de contracción de la economía, la renta fija ha demostrado brindar ventajas en términos de diversificación y reducir la volatilidad de las carteras que incluyen activos de riesgo, como la renta variable.

Desde los primeros compases de 2022, gran parte del universo de inversión ha experimentado perturbaciones en un contexto en el que los bancos centrales de todo el mundo han tratado de contener una inflación en máximos de varias décadas mediante la subida de los tipos de interés y la reversión de los programas de expansión cuantitativa. La magnitud que han tenido las medidas de endurecimiento financiero aplicadas durante este ciclo —el tipo oficial de la Reserva Federal (Fed) estadounidense ha aumentado del 0,25% al 5,50%— ha coincidido con la que, en términos históricos, ha desembocado en la materialización de recesiones económicas en Estados Unidos. Aunque el debate sobre la posibilidad de que se esté avecinando una recesión sigue abierto, analizar el comportamiento de la renta fija durante contracciones económicas anteriores podría resultar de interés para los inversores. De hecho, de acuerdo con nuestros análisis de los datos históricos, esta clase de activos ha registrado una rentabilidad superior y ha reducido de forma notable la volatilidad de la cartera durante periodos de tensión en el mercado. 

Definir las recesiones

Desde 1969, Estados Unidos ha sido escenario de ocho recesiones (en el sentido en que la define la Oficina Nacional de Investigación Económica o NBER, por sus siglas en inglés). Las hemos clasificado en dos categorías: recesiones «leves» y recesiones «graves». Las recesiones graves reúnen tres características:

  • Descensos interanuales del PIB superiores al 2%
  • Un incremento de la tasa de desempleo del 3%
  • Una reducción de la brecha de producción superior al 4%
Clasificación de las recesiones
Muy elevada
1973–1975
1981–1982
2007–2009
2020–2020
Leve
1969–1970
1980–1980
1990–1991
2001–2001

Las recesiones que no presentan estas características quedan incluidas en la categoría de recesiones leves. Desde 1969, hemos asistido a cuatro recesiones graves y a cuatro leves. Muchas de ellas empezaron al término de ciclos de endurecimiento de la política monetaria que puso en marcha la Fed. La institución, junto con otros bancos centrales, suele aplicar políticas monetarias contracíclicas en un intento por endurecer las condiciones financieras cuando la economía se encuentra sobrecalentada o por avivarla cuando esta se ha enfriado demasiado. Para la renta fija y los productos sensibles a la evolución de los tipos de interés, ello suele implicar que se producirá un aumento de los tipos durante el ciclo de endurecimiento que desemboca en una recesión y, posteriormente, un descenso de estos a medida que la Fed recorta su tipo oficial para estimular la actividad económica.

Las fluctuaciones de los tipos antes y después de la recesiones

El gráfico 1 reproduce la evolución media de los tipos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años a lo largo de dos horizontes temporales: los doce meses anteriores al comienzo de recesiones tanto leves como graves y los doce meses posteriores al inicio de estas.

Constatamos que los tipos suelen mostrar una evolución similar durante las recesiones, ya sean leves o graves: aumentan en el periodo previo a la recesión y disminuyen a medida que esta cobra forma. Los tipos suelen alcanzar su punto álgido tres meses antes de que empiece una recesión para después disminuir y acabar tocando fondo entre cuatro y cinco meses después de que esta haya dado comienzo (en promedio). En el caso de las recesiones graves, los tipos ceden casi 70 puntos básicos de media entre los tres meses anteriores a la recesión y los cuatro primeros meses tras su materialización. En el caso de las recesiones leves, los tipos suelen aumentar durante más tiempo, por lo que tienden a tocar techo durante el primer mes de recesión y disminuir hasta el quinto y el sexto. En las recesiones leves, los tipos disminuyen de media 93 p.b. entre el primer y el quinto mes de recesión. Si excluimos la recesión de 1980, durante la que los tipos cayeron de manera precipitada desde un nivel de partida elevado, los descensos registrados durante las recesiones leves son de tan solo 55 p.b. en términos promediados.

Rentabilidad de los bonos del Tesoro de EE. UU. durante las recesiones

Si bien las recesiones resultan complejas para los inversores, la disminución de los tipos de interés puede resultar beneficiosa para el componente de renta fija de la cartera diversificada de un inversor. Si analizamos la rentabilidad a tres y seis meses de los bonos del Tesoro estadounidense, observamos que registran la rentabilidad más reducida aproximadamente tres meses antes de que empiecen las recesiones, mientras que revelan su rentabilidad más elevada alrededor de cinco meses después de que hayan dado comienzo.

Gráfico 2: rentabilidad media de los bonos del Tesoro de EE. UU. durante una recesión

Índice de los bonos del Tesoro de EE. UU. Rentabilidad a 3 meses Rentabilidad a 6 meses
6 meses antes 2,09% 2,92%
3 meses antes 0,22% 2,29%
Comienzo de la recesión 3,34% 3,58%
3 meses antes 3,34% 3,58%
4 meses antes 0,44% 2,76%
5 meses antes 6,12% 7,15%
6 meses antes 2,81% 5,96%
Final de la recesión 3,34% 7,31%
6 meses antes 1,15% 1,94%
Fuente: Bloomberg. Datos mensuales del 31 de enero de 1973 al 31 de octubre de 2020. Bonos del Tesoro de EE. UU. = índice Bloomberg US Treasury. Las rentabilidades se expresan en términos brutos y en USD. Las rentabilidades pasadas no garantizan los resultados futuros.

Si bien las rentabilidades mostradas anteriormente ponen de manifiesto cómo repunta la rentabilidad de la renta fija durante una recesión, este análisis se realiza con la ventaja que proporciona la aplicación de un enfoque retrospectivo, dado que conocemos las fechas de inicio y final de las recesiones que analizamos. De cara a predecir cuándo se materializará una futura recesión, los inversores deben buscar indicios.

Un indicio que resulta útil es el índice de indicadores económicos adelantados de EE. UU. (IEA) que elabora The Conference Board. Este índice agrega varios indicadores económicos que suelen llevar la delantera al ciclo económico. Desde 1973, el IEA ha caído por debajo de cero en diez ocasiones, y siete de las cuales han desembocado en una recesión. Las tres falsas alarmas tuvieron como denominador común el hecho de que el índice tan solo se situó por debajo de cero durante un único mes antes de protagonizar un repunte. Por ende, cualquier caída por debajo de cero durante un periodo prolongado constituye un sólido indicio de que se podría estar perfilando una recesión en el horizonte. En las siete ocasiones en las que los datos del índice IEA hicieron presagiar una recesión, este empezó a caer, de media, seis meses antes de que se materializase la recesión en cuestión, y tocó fondo aproximadamente 14 meses después de su inicio. Este horizonte temporal se solapa en gran medida con el punto álgido y posterior descenso observado en el caso de los tipos de interés. El gráfico 3 muestra la rentabilidad anualizada del índice de bonos del Tesoro estadounidense. Dicho gráfico establece como punto de partida la primera vez que el índice IEA se adentró en terreno negativo y finaliza en el punto mínimo que registró durante la última recesión. En promedio, los bonos del Tesoro estadounidense han registrado una rentabilidad del 14,4% durante esas caídas del índice IEA. Ello sugiere que, cuando se combina con activos de riesgo como la renta variable —que suele obtener una rentabilidad menos favorable durante periodos de recesión—, la renta fija puede contribuir a gestionar el riesgo bajista durante episodios de contracción de la economía.

Rentabilidad relativa frente a otras clases de activos

Resulta instructivo comparar la renta fija con otras clases de activos desde el prisma de la asignación de activos estratégica, lo que implica evaluar cómo puede utilizarse de la manera más eficaz en una cartera. 

Las subidas de tipos que han efectuado los bancos centrales en fechas recientes han provocado que el efectivo constituya una inversión interesante por primera vez en muchos años, y la renta fija suele generar una rentabilidad inferior a la del efectivo durante los ciclos de subidas de tipos, como podemos apreciar en el gráfico 4. Sin embargo, el análisis de los datos históricos pone de relieve que, una vez que los bancos centrales realizan la última subida del ciclo hasta situar el tipo oficial en lo que se denomina el «tipo oficial terminal», los bonos pasan a encontrarse en una situación favorable para beneficiarse de recortes de tipos posteriores y, en términos históricos, han obtenido una rentabilidad superior a la cosechada mediante inversiones en efectivo tanto durante los periodos en los que se aplica el tipo terminal como con posterioridad a estos.

A diferencia de la renta fija, que se ve impulsada por las medidas que aplican los bancos centrales durante los periodos de descenso de la actividad económica, la renta variable ha solido obtener una rentabilidad inferior durante ese tipo de periodos. El gráfico 5 compara los bonos del Tesoro de EE. UU. con la renta variable estadounidense durante los periodos de recesión registrados desde 1972. Constatamos que, en todos los casos, los bonos del Tesoro de EE. UU. presentan una caída menor y protagonizan una recuperación más rápida. De las siete recesiones que muestra el gráfico, los bonos del Tesoro de EE. UU. registran una caída máxima media durante la recesión del 3,6%, y su periodo de recuperación desde la caída inicial es de diez meses en promedio. Ello contrasta con el caso de la renta variable, que registra una caída máxima media del 38,4% y un periodo de recuperación de 44 meses, lo que representa algo menos de 3,5 años.

Ventajas de la diversificación

Si bien la renta fija experimenta caídas menos significativas y repunta con mayor rapidez, la deuda pública también ha brindado rentabilidades positivas durante las recesiones. El gráfico 6 pone de relieve las divergencias que presentan la deuda pública y la renta variable en materia de rentabilidad durante periodos de tensión en el mercado, lo que evidencia aún más las ventajas que ofrece la renta fija en términos de diversificación, que pueden contribuir a gestionar el riesgo bajista.

La prueba de fuego para la correlación que existe entre estas dos clases de activos llegó en 2022, cuando la economía mundial se enfrentaba a unos niveles de inflación que no veíamos desde la década de 1980 y asistimos a la aplicación de unas medidas de endurecimiento de la política monetaria de extraordinaria contundencia en un periodo de tiempo sumamente breve en respuesta a dicha inflación (gráfico 6).

Las correlaciones entre la renta variable y la renta fija pueden presentar variaciones antes y después de una recesión. Como vemos en el gráfico 7, en las cuatro últimas recesiones las correlaciones entre los bonos del Tesoro de EE. UU. y la renta variable han solido alcanzar máximos varios meses antes del comienzo de la recesión en cuestión, y han disminuido en la antesala de la recesión y durante esta. Observamos disminuciones tangibles de la correlación en todas las recesiones analizadas, y algunas de las recesiones graves, como la de 2008, muestran descensos significativos.

La disminución de la correlación suele beneficiar a las carteras de los inversores, dado que una menor correlación se ha traducido generalmente en una reducción del riesgo global de la cartera. A modo de ejemplo, un inversor con una cartera compuesta en un 60% por acciones con una volatilidad del 20% y en un 40% por bonos con una volatilidad del 5% se beneficiaría de una disminución del riesgo global de la cartera de 70 p.b. si la correlación se reduce en 0,35 puntos. Ello refuerza el argumento a favor de la inversión en renta fija, en vista de sus excelentes ventajas en materia de diversificación y reducción del riesgo a nivel de la cartera.

El impacto de la renta fija en las carteras

Así, cabría preguntarse qué proporción de renta fija resulta adecuada para una cartera determinada. Cada inversor tiene su propio objetivo y nivel de tolerancia al riesgo, si bien creemos que incrementar la asignación a la renta fija en el periodo previo a una recesión suele contribuir a gestionar mejor el riesgo bajista a lo largo de la recesión en comparación con las carteras que cuentan con una mayor asignación a la renta variable. El gráfico 8 compara las caídas mensuales de tres carteras hipotéticas cuya asignación a la renta fija oscila entre un 20% y un 60%.

Gráfico 8: rentabilidad de distintas carteras hipotéticas durante una recesión

Caída máxima durante el periodo de recesión:
Asignación de la cartera: Recesión de 1980 Recesión de 1982 Recesión de 1991 Principios de la década de 2000 Crisis fin. mund. Pandemia
80% renta variable,  20% renta fija -8,47% -8,49% -10.95% -6,72% -39,54% -9,30%
60% renta variable,  40% renta fija -7,25% -6,54% -8,38% -3,75% -29,40% -6,25%
40% renta variable, 60% renta fija  -6,08% -4,57% -5,79% -0,79% -17,88% -3,21%
Diferencia entre las carteras con una asignación a RF del 60% y del 20% 2,39% 3,92% 5,16% 5,92% 21,66% 6,10%
Índice S&P 500 -9,73% -13,28% -13,83% -9,68% -48,45% -12,35%
Índice Bloomberg  US Treasury -4,91% -1,08% -1,44% -1,24% 0,00% 0,00%
Fuente: Bloomberg. Datos mensuales del 31 de diciembre de 1979 al 30 de abril de 2020. Las rentabilidades se expresan en términos brutos y en USD. Renta variable = índice S&P 500. Renta fija = índice Bloomberg US Treasury. Las carteras hipotéticas se analizan únicamente a título ilustrativo.

Como podemos ver en la tabla anterior, en cada cartera hipotética la caída máxima de la renta variable estadounidense fue muy superior a la que registraron los bonos del Tesoro estadounidense, y las asignaciones más elevadas a la renta fija proporcionaron menos volatilidad. Además, en vista de que históricamente los bonos del Tesoro estadounidense han pasado a cosechar una rentabilidad positiva mucho antes que la renta variable, creemos que los inversores podrían beneficiarse de reajustar sus carteras para que vuelvan a situarse en consonancia con la asignación objetivo, de tal forma que compren títulos de renta variable en un momento en el que presentan mayores probabilidades de registrar un desempeño favorable en adelante, lo que puede situar la cartera en una posición de mayor solidez para el próximo inicio de un ciclo económico. 

Conclusión

Si bien cada recesión presenta su propia idiosincrasia, creemos que las ventajas que ofrece la renta fija en periodos de recesión seguirán quedando patentes en el futuro. A medida que los ciclos de subidas y recortes de tipos de los bancos centrales siguen su curso, prevemos que el patrón histórico en virtud del cual los tipos aumentan en el periodo previo a una recesión, caen justo antes de que se materialice y siguen disminuyendo durante los primeros cuatro a cinco meses después de su comienzo seguramente persistirá. Asimismo, prevemos que muchas de las ventajas que brinda la renta fija en términos de diversificación y reducción 

del riesgo en relación con la renta variable posiblemente continuarán beneficiando a los inversores durante periodos de contracción de la economía. En caso de que efectivamente se esté gestando una recesión, la asignación a la renta fija constituye una importante herramienta que los inversores deben sopesar.

 

Fuente: Bloomberg Index Services Limited. BLOOMBERG® es una marca comercial y una marca de servicio de Bloomberg Finance L.P. y sus fi liales (conjuntamente, «Bloomberg»). Bloomberg o sus licenciantes son los titulares de todos los derechos de propiedad sobre los índices Bloomberg. Bloomberg no aprueba ni avala este material; no garantiza la precisión ni la integridad de la información que se recoge en él; no ofrece garantía alguna, ni expresa ni implícita, en relación con los resultados que se obtengan basándose en él; y, hasta donde permita la ley, no asumirá responsabilidad alguna por daños o perjuicios que surjan en relación con este material.

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Las opiniones expresadas en este material pertenecen al Grupo de soluciones de inversión de MFS, parte de la unidad de distribución de MFS, y pueden diferir de las de los gestores de carteras y analistas de MFS. Estas opiniones pueden variar en cualquier momento y no deben interpres como asesoramiento de inversión del Asesor, como recomendaciones sobrán considere títulos-valorarse unaes ni como indicación de intención de negociación en nombre de MFS.

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